Huelgas en el perú: un insulto a la razón natural
La eterna crisis en el Perú
Por: Manuel Alejandro Núñez Vilcabana
La eterna crisis en el Perú
Por: Manuel Alejandro Núñez Vilcabana
La historia republicana del Estado peruano es excepcional, marcada por una sucesión de militarismos, tiranías, democracias y anarquías. Este país ofrece un terreno fértil para los científicos políticos que buscan analizar una realidad compleja. A pesar de su baja aprobación en diversas esferas de poder, ¿cómo logra el Estado seguir funcionando? Esta interrogante desafía nuestra comprensión y abarca aspectos sociológicos, jurídicos, políticos y económicos. En su punto más crítico, las huelgas representan la manifestación tangible de este problema.
¿Por qué inician las huelgas?
En los últimos años, las huelgas en el país han sido impulsadas principalmente por motivos políticos. A pesar de la constante mala administración pública en el país, no fue este el factor que llevó a la gente a las calles. El motor principal detrás de las huelgas fue la lucha política entre la oposición y el statu quo. Las personas que participaron en estas manifestaciones, muchas de ellas provenientes de lugares lejanos, a menudo se convirtieron en peones en manos de intereses políticos, específicamente de un sector que ya ocupa una posición predominante en el parlamento y en el poder ejecutivo. Lamentablemente, este sector ha demostrado de manera evidente su incompetencia en la gestión pública.
Es cierto que las personas que participan en protestas a menudo no se dan cuenta de cómo son utilizadas por individuos sin escrúpulos y manipuladores. Aprovechando el desconocimiento general en cuestiones políticas, jurídicas y estructurales del Estado, ciertos agitadores deliberadamente fomentan la desconfianza hacia el poder mediante tácticas engañosas y falacias lógicas. Su objetivo principal es crear un enfrentamiento entre la población y el gobierno, todo con la intención de promulgar medidas que beneficien sus propios intereses y que supuestamente conducirán a un utópico paraíso social-comunista. Esto se refleja en las declaraciones de exautoridades como Pedro Castillo y su insistencia en una Asamblea Constituyente. Es interesante notar que, aunque esta propuesta aún se mantiene entre quienes participan en las huelgas, ya no cuenta con el mismo respaldo entre aquellos que no están en el cargo público y que anteriormente clamaban por ella a viva voz.
El motivo del título
El título que se presenta no busca ofender al lector, sino más bien resaltar las carencias ideológicas que a menudo subyacen en las demandas de quienes participan en las huelgas. Resulta notorio, hasta cierto punto, el modo en que se exponen los argumentos de los manifestantes para respaldar su descontento. En varias entrevistas, tanto en medios grandes como independientes, se ha planteado la solicitud de un cambio en la Constitución. Sin embargo, cuando se les pregunta por qué desean este cambio, suelen mencionar vagamente que "hay artículos que oprimen al pueblo" sin poder identificar específicamente cuáles son esos artículos que objetan. Esto conduce a respuestas incoherentes o a la falta de una respuesta concreta.
Es aún más preocupante observar que estudiantes universitarios de facultades relacionadas directamente con estos problemas, como la Facultad de Derecho y Ciencia Política o la Facultad de Ciencias Sociales, a menudo muestran un nivel igual o inferior de comprensión en sus respuestas. En última instancia, este no es un tema de intelecto, sino de razonamiento y lógica. Si alguien va a protestar contra algo, es fundamental que tenga un entendimiento claro y preciso de lo que está cuestionando.
¿Habrá un final?
Como bien señaló cierto famoso cantante, "todo tiene su final y nada dura para siempre", una verdad universal. En algún momento de la historia, la gente que se siente "oprimida" puede darse cuenta de que su principal desafío fue tomar decisiones adecuadas. Eventualmente, la solidaridad, la unión y el trabajo conjunto pueden convertir a Perú en un país mejor. Pero, mientras tanto, ¿qué hacer?
La oposición (en referencia a aquellos que se oponen a las marchas extremistas y sesgadas) desempeña un papel crucial, aunque a veces parezca pasiva. Deben asumir un papel educativo y esclarecedor en términos aristotélicos. Debería haber una comunidad de personas dispuestas a dedicar tiempo y recursos para explicar de manera didáctica la realidad del poder, sus mecanismos y estructura. Esto implica no ser parte de la masa intelectual que a veces se forma en ciertos círculos académicos, caracterizada por cinismo y doble moral.
En última instancia, lo que se busca es un Perú sostenible y seguro para todos, donde la carga ideológica no se imponga a la realidad, sino que se busque un consenso que beneficie a la sociedad en su conjunto.