El Último Bastión y la independencia del Perú a 202 años: Un comentario
Por: Dante Olivera
Por: Dante Olivera
Lo que se les enseñó a las generaciones pasadas sobre la independencia (y, en general, sobre la historia del Perú) en los colegios, no es más que una versión romantizada, para impulsar desde muy chicos un mal llamado patriotismo. Tomando mucho acerca de la versión tradicional de «amor» al Perú que había por parte de los criollos o todos los estratos de esa época, se nos vende un relato ideal de cómo nos gustaría que hubiese sido nuestra independencia, teniendo a su principal figura a De la Puente Candamo. Caso parecido es el de los simples relatos de los hechos tal cual pasaron, pero de manera superficial y sin mucho análisis que tiene la versión de Basadre que se le enseñó a nuestra generación, la cual solo tiene una figura, pero no un fondo. «El último bastión» rompe con las dos anteriores versiones de nuestra historia (muy extendidas y enseñadas aún hoy en día) y nos adentra en un relato más fidedigno y oscuro de lo que aconteció en realidad. La independencia no fue una lucha entre buenos y malos, entre desinteresados y grandes intereses económicos, o entre patriotas y realistas; sino, un proceso en el que las matices atraviesan gran parte del proceso y es improbable distinguir cuál es el bando «bueno» y cuál el antagonista, solo hay personajes que cumplen un determinado rol y es el estudioso, o el espectador, quien se encarga de juzgar sus acciones.
La producción nacional adopta, implícitamente, ciertas teorías (más cercanas a la verdad, a mi modo de ver) como la de Bonilla y Spalding respecto a la «Independencia concedida» (que, dicho sea de paso, le arruinó la versión romantizada a los velasquistas en una época donde se buscaba adoctrinar con un exacerbado nacionalismo), según la cual, no había un gran interés nacional por separarnos de España, sino que fueron fuerzas externas las que lo hicieron posible; así como la idea de que aún teníamos una herencia y un legado virreinal que aún no se había borrado del todo. Esto es parcialmente cierto, y la producción lo muestra, pero es incompleta si no se combina con una crítica que hace Scarlett O’Phelan a la independencia concedida, poniendo énfasis en los programas políticos anteriores o precursores a la independencia con gran participación indígena. Dice O’Phelan al respecto:
Efectivamente, en las rebeliones de Cochabamba (1730), Arequipa (1780), Cuzco (1780-81) y Oruro (1781) las masas indígenas se aprovecharon de la coyuntural intranquilidad social, para agitar sus propias reivindicaciones y poner así de manifiesto sus latentes contradicciones con la población «blanca» (1983, p. 156).
El complemento de ambas teorías es la que, considero, más sustento provee al proceso de independencia, ¿se imagina el lector cómo ha de haber sido todo el proceso independentista en aquel entonces? El solo pensarlo puede ser sinónimo de miedo y trauma para alguien de la época. Por el lado del relato más apegado a la verdad, la serie tiene su punto fuerte, salvo el poco énfasis que se le suele dar a los intereses de la élite criolla en el ámbito económico para estar contra la independencia en un inicio.
Un segundo punto a rescatar es la gran visión general que se le da al proceso de la independencia, esto es, la perspectiva de los distintos sectores sociales que convivían en aquel entonces. Tradicionalmente se prestaba atención de manera casi exclusiva a las grandes figuras de la historia, en este caso, San Martín, Bolívar y las distintas figuras políticas o importantes; sin embargo, esta es una manera incompleta de analizar la historia si no se ve el lado de los sectores subalternos que participaron en el proceso ¿Qué hay de las personas que dieron su vida de manera anónima por la independencia, pero de las cuales se sabe poco o nada? ¿Qué hay de los negros esclavos que se unieron al ejército libertador y murieron en batalla o de los indios montoneros que entregaron sus vidas a la causa de la independencia por un futuro mejor para su sector social? La serie nos ofrece magníficas respuestas de estos sectores. Centrada en la historia de una familia oligarca en el pueblo de La Magdalena, se aprecia cómo es el trato a los esclavos negros, a los indios peones que viven con el ideal de un mejor futuro o con el mito del inkarri; el trato, en general y con excepciones, que le daban los hombres a las mujeres, con la visión machista de aquellos años que hacía pensar que estas solo debían complacer a sus maridos y comprar vestidos (frase usada muchas veces por los personajes masculinos). Tal vez lo más curioso y resaltante de este punto podría ser el caso de una mujer mulata que se convierte en toda una letrada y es de especial importancia para la trama, pues encarna todo ese ideal que toda mujer de color querrá alcanzar con el paso de los años y encarará una larga tradición racista que se tenía (y tiene algunos rezagos hoy) en aquella época.
Por último, y para no hacer más largo este comentario, un punto unido al anterior es el significado que tienen dos palabras muy unidas en aquel entonces: independencia y libertad. ¿Era acaso la misma idea de libertad la de un criollo liberal como Paco Robles, a la del general San Martín o del negro Blas? Evidentemente no. Como dijo una vez el presidente Lincoln, «Todos nos pronunciamos por la libertad, pero cuando usamos la misma palabra, no le damos idéntico significado». La definición se vuelve más compleja cuando hay situaciones o contextos límites. Para un liberal como Paco Robles la libertad puede haber significado la definición que dieron y exportaron los ilustrados franceses pocos años atrás del inicio del proceso independentista; para un general como San Martín, una necesidad política antes de un ideal; para un cimarrón como Blas, el fin de la esclavitud y de los malos tratos que le daban sus amos; para una mujer titiritera como Catalina que es excluida de una sociedad donde el protagonismo lo tienen los hombres, sería la inclusión a esta sociedad sin diferencia por ser mujer o ser chola. Como vemos (y esta es una crítica a muchos liberales por su arrogancia del monopolio de la libertad), el concepto de LIBERTAD no es unívoco, sino multívoco, y nada mejor que todo el proceso de independencia para demostrarlo ¿Qué significaba la libertad para cada uno de los personajes anónimos que dieron su vida por la Independencia y de las cuales nunca llegaremos a conocer su historia? ¿Se habrá cometido tantos errores en nombre de la libertad como mencionan algunos?
Por estas y otras razones que no me alcanzaría detallar, considero que «El último bastión» es una gran obra, con un trato argumental interesante, buenas actuaciones (en especial de los villanos o antagonistas), grandes críticas sociales, aporte al conocimiento historiográfico y el reflejo de una época que, dos siglos después, aún nos persiguen sus fantasmas.
Referencias
Carlos Contreras & Marcos Cueto. La revolución de independencia. En Historia del Perú contemporáneo.
Heraclio Bonilla & Karen Spalding. La independencia en el Perú: Las palabras y los hechos
Scarlett O'Phelan Godoy. El mito de la "independencia concedida": los programas políticos del siglo XVIII y del temprano XIX en el Perú y alto Perú (1730-1814)
Peter Klaren. De la reforma imperial a una independencia a regañadientes, 1730-1824. En Nación y sociedad en la historia del Perú.