Por: Dante Olivera* 29 de noviembre del 2023
Lo que la política es
Mucho se ha teorizado e idealizado respecto a lo que es la política. Aristóteles abordaba esta rama como cierto estudio que se hace del gobierno en la polis, en el que el hombre vendría a ser un “animal político” que vive en comunidad con sus allegados y participa/delibera en los asuntos de la “cosa pública”. Platón y Aristóteles iniciarían así una larga tradición occidental que va a relacionar a la política con un “quehacer” en favor de la “ciudadanía”, y este siempre tendría que estar orientado a la noción de bien común o interés de la comunidad. Sintéticamente, la acción política vendría a hacer aquella orientada a mejorar la comunidad. Algo que no nos beneficia, no podría ser política.
Esta tradición se rompe con el denominado realismo político que introduce Nicolás Maquiavelo.
Maquiavelo mencionaba que “no hay que decir las cosas como nos gustarían que fueran, sino las cosas como son”, increpando a distintos pensadores el haber pensado la política muy en abstracto y de manera muy ingenua. La política (“ciencia política”), debería ser más descriptiva que prescriptiva, ¿y cuál es la realidad? La realidad es cruel entre los actores políticos. Como diría Loewenstein, “la política no es más que la lucha por el PODER” (poder político, decimos nosotros). Si hacemos una revisión histórica, esta definición ha sido una constante en la historia: no se ha luchado por el bien común, sino por el beneficio de intereses personales, de un grupo o solo porque se quería tener una megalotimia.
La política entonces es lo que es y no lo que debería ser: una realidad de grupos y personas que luchan, mediante todos los medios, por obtener el poder político.
No por nada Benegas Lynch acertadamente menciona que “un político, en esencia, es un cazador de votos”.
La ideología
Sin ahondar mucho en el debate filosófico (epistemológico) que tiene harta data sobre lo que es ideología, se mencionara una posición realista al respecto.
Existe una realidad que puede ser aprehendida, abstraída y de la cual se pueden sacar conceptos para luego racionalizarla y desprender, si los hechos lo ameritan, soluciones. Es decir, primero tengo que captar la realidad para luego sacar una idea de esta realidad. La realidad está por encima de uno y de lo que este pueda considerar.
Contrariamente a lo anterior, la ideología viene a ser la imposición de la idea sobre la realidad, la superposición de lo que uno pueda considerar que es, pero que no tiene el adecuatio en la realidad. No se aprehende la realidad ni se la extrae, sino que uno tiene cierta idea, ciertas nociones, que trata de impregnar a esta realidad. No somos nosotros y nuestras ideas las que nos adecuamos a los hechos, sino son los hechos los que se tienen que adecuar a nosotros.
Los hechos no importan
Es un hecho que la política es un tipo de continuación de la guerra, pero por otros medios; pero, si incluso este es así, se puede tener la ilusión de que esta, al final, beneficiará a la comunidad política en la que estamos. Pero, ¿cómo puedo mejorar mi comunidad (la realidad) si los hechos no importan? El que los hechos no importen o no existan (como para ciertos sectores posmodernos y para otros progresistas), hacen preocupar a uno sobre las acciones políticas que tome el grupo triunfante al finalizar esta lucha: ¿Qué se va a mejorar en la sociedad si no hay este marco mínimo común que es la realidad, o sea, los hechos? Si los políticos están impregnados por ideologías y no les importan los hechos, indefectiblemente no pueden mejorar nada, pues no tienen un criterio objetivo y realistas de los problemas a solucionar. Nota mental: los que te dicen que “los hechos no existen / los hechos no importan” nada bueno pueden aportar para “soluciones políticas”.
Acciones sin significado
El que los hechos no importen para los políticos se pueden ver a diario e, incluso, hay prototipos de estos: 1. Un candidato presidencial prometiendo acabar con la inflación cuando él es el gran responsable de esta y de una debacle económica de su país. 2. Ciertos políticos comunistas de una isla mencionando un “bloqueo excesivo e imperialista” por parte de Estados Unidos, aceptando implícitamente la idea de los beneficios del libre mercado. 3. Políticos peruanos prometiendo más presupuesto para educación o salud cuando lo que falla no es el poco presupuesto, sino el ineficiente gasto. 4. La estafa del ministerio de la igualdad en España y la ley del “sí y solo sí”. Casos hay varios, solo falta enumerarlos. 5. El negacionismo de parte de la derecha conservadora de los presuntos atos de corrupción por parte de su sector, acusando de "caviar" a todo aquel que los contradiga.
Un caso sanmarquino
A un determinado estudiante, presumiblemente por participar en las elecciones en política, ser opositor al oficialismo o simplemente tener una postura académica y política distinta, decidieron estigmatizarlo y colocar su nombre en distintos flyers o anuncios, acusándolo de “orquestar” o “dirigir” ciertas acciones y se traicionero al movimiento estudiantil, acusándolo de estar presente en una determinada reunión e instigar a los estudiantes con sus acciones. Lo curioso es que, este estudiante no estuvo presente en el lugar de los hechos y desconocía mucho de lo que estaba aconteciendo. A pesar de no estar en el lugar, de su ignorancia y el alejamiento de estas acciones, se colocó su nombre en diversos anuncios y se le estigmatizó por varios días. ¡No importaron los hechos!
Se acusó a diversas personas de algo que se llama “operadores políticos” (el cual vendría a ser una persona corrupta y contraria a los intereses de los estudiantes), solo por estar presente en un determinado evento, haciendo uso de su libertad de expresión y asociación. Se los trató de “miserables” por la sola asistencia a este evento y un tipo de “aceptación fáctica” al “no manifestarse en contra”. ¿Se puede acusar a alguien de manera tan alborotada por un simple silencio? Cuestionable.
Este breve hecho narrado a muchas personas les puede parecer risible (¿acusar a alguien que no estuvo presente, acusar a alguien solo por asistir o solo por guardar silencio?), pero a muchos políticos universitarios les pareció el peor acto de maldad o inmoralidad que uno pueda cometer.
Es evidente que en estas denuncias políticas que se hicieron, no primó la realidad ni la objetividad, sino que se impuso el “yo creo/yo considero” o la mera subjetividad, sobre todo.
La política que se viene
Si desde los claustros universitarios se continúa alimentando la idea de que los hechos no importan, de que la realidad es moldeable a lo que considero, entonces el futuro político (como casi siempre) está condenado, y con ello todos nosotros que, lastimosamente, dependemos en exceso de los representantes políticos.
Urge revivir el legado de una política basada en la realidad y no en una subjetividad. Como diría un filósofo medieval “contra los hechos, NO HAY ARGUMENTOS”.
*Vicepresidente del Frente Crítico Universitario. Asistente de cátedra de derecho constitucional. Escritor en el portal Lucidez y El Montonero. Miembro del Círculo de Estudios Derecho Administrativo y Miembro Aspirante del Taller de Derecho Constitucional UNMSM.
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