UNA HIPOCRESíA A LA VISTA
Por Dante Olivera* 05 de julio del 2024
Por Dante Olivera* 05 de julio del 2024
El viernes 20 de junio del presente año, la Facultad de Educación presentaba un convenio con el MINEDU para capacitar y beneficiar a cientos de docentes; sin embargo, había intriga y cierta preocupación por parte del estudiantado: iba a venir el ministro que estaba encubriendo las violaciones en la comunidad de awajún mencionando que estas eran “prácticas culturales”. Ante ello, se convocó una protesta en las inmediaciones donde se iba a realizar el evento de convenio en contra del ministro por sus despreciables declaraciones.
Una persona cuerda, normal y razonable (y no pienso entrar al debate que abre Foucault sobre la “normalidad”) despreciaría aquellas declaraciones: no se puede justificar, bajo ningún motivo, las prácticas de abuso sexual contra menores, así sean “prácticas culturales” o bajo cualquier otra justificación. Hay una moral objetiva de lo bueno y lo correcto: la defensa de los derechos fundamentales para el menor, en atención al principio del interés superior del niño. Solo un pedófilo o alguien con alguna otra patología psicológica justificaría esos actos condenables. Las declaraciones del ministro no se justifican y debe renunciar de manera inmediata, la protesta contra dicha persona que es “nuestro servidor” como funcionario público, es plenamente correcta y legítima.
Sin embargo (y recalco mucho el sin embargo), hay dos posturas (no sé si filosóficas) que no me permiten conciliar y que considero contradictorias y, hasta cierto punto, hipócritas.
La primera se refiere a los grupos dentro de esta izquierda (no sé si progresista en sentido estricto) que han estado presentes en ambas protestas.
En la cancelación a Muñante teníamos a la facción que apoyan a Palestina junto con la facción progresista (derechos de la mujer y diversidades, con especial énfasis que no tienen el monopolio o la exclusividad de la lucha por los “derechos”). Harto contradictorio es ver en un mismo escenario a un pro palestino y un progresista: en Palestina más del 90% de la población es musulmana, y, como sabemos, hay una fuerte opresión a la mujer y las diversidades, permitiendo que un hombre se pueda casar con varias mujeres, pero una mujer no, y prohibiendo el matrimonio igualitario entre personas del mismo sexo. Por otro lado, un progresista promedio estará a favor de la autonomía y libertad de la mujer, la igualdad entre hombres y mujeres y apoyará a los movimientos no heterosexuales. Hay una evidente contradicción en ambos grupos presentes.
Esto se acrecienta con la moda del multiculturalismo progresista: debemos ser tolerantes y respetuosos con otras culturas que no sea la nuestra (la cristiana), esto incluye a los musulmanes. Pero, ¿Se debe ser tolerante y respetuoso si se oprime a la mujer y a los homosexuales? Mi respuesta es negativa. Sin embargo, la polémica sigue, ¿Por qué se fue intolerante con Muñante (el cual representa el pensamiento retrógrado, conservador, anti derechos, homofóbico, de sumisión a la mujer, entre otros) y no con la religión musulmana que, en términos simples, es más anti derechos y opresora que la cristiana (a nivel personal, no considero que el cristianismo sea, en los términos pintados por los progresistas, opresor)?
Y es así como llegamos ante la segunda situación y problema: las mal llamadas “prácticas culturales” de otras comunidades que denomina el ministro.
El problema es grande si uno es progresista y está contra las declaraciones del ministro: Por un lado, se enfrenta a la posibilidad de que hay algo OBJETIVO en las acciones de las personas y la defensa de los derechos, siendo que violar sexualmente a una menor es algo negativo, moralmente malo, repudiable, condenable. Se deja de lado el relativismo e, implícitamente, se adopta una moral occidental.
Luego viene el problema del multiculturalismo: no se puede ser tolerante con ciertas comunidades o etnias que tienen esos comportamientos aberrantes, por lo que, se deja de lado la tesis multiculturalista y, una vez más, se asume que hay una cultura superior a otra.
Por último, está un problema de comparación para un progresista que protestó contra el ministro y que, al mismo tiempo, es pro-Palestina: Repudiar las violaciones de las personas de una determinada comunidad en Perú tiene la consecuencia lógica de repudiar esas mismas prácticas del mundo musulmán y, por ende, de los palestinos, dado que allá una menor de edad puede “consentir” tener relaciones con un esposo que es mucho mayor. Eso no se debería llamar consentimiento, sino violación sistematizada perpetrada por un fundamentalismo irracional.
El estar a favor de la autodeterminación del pueblo palestino, esto es, contra el ataque desproporcionado de Israel (espero que algunos no vengan con el absurdo argumento de “legítima defensa”, pues no entienden nada del derecho internacional), no tiene que convertir a uno en avalador de todas las conductas que, sistemáticamente, violan derechos
Acabo manifestando lo que, tal vez, muchos ven, pero pocos dicen: Hay una hipocresía sistemática dentro de este progresismo de izquierda que, por un lado, es abanderado de los derechos humanos, de los derechos de la mujer y de las disidencias (derechos de marca claramente occidental), y por otro apoya a un pueblo que tiene una religión fundamentalista que es completamente contraria a lo que los pro-derechos humanos occidentales dicen proteger.
*Estudiante de Derecho UNMSM. Asistente de Cátedra del curso de Derechos fundamentales. Miembro del Taller de Derecho Constitucional - UNMSM. Escritor en diversos portales como El Montonero, Vivir Bien Megazine, Lucidez. Vicepresidente del Frente Crítico Universitario
**Frente Crítico Universitario podrá no estar de acuerdo con muchas de las posturas de sus redactores, pero defenderá el derecho a la libertad de expresión de cualquier persona que decida publicar con nosotros, aún si estas son críticas a nuestra organización.