CAVIAR, CAVIAR, CAVIAR: EL ARGUMENTO MÁS ANTICUADO DE LA DERECHA PERUANA
Por: David Tejada * 30 de enero del 2024
Por: David Tejada * 30 de enero del 2024
Desde hace cuatro años, el autor de esta columna ha defendido fervientemente la privatización de todas las empresas públicas, la desburocratización del Estado, la reducción de los ministerios, la firma de Tratados de Libre Comercio y la supresión de impuestos como manera efectiva de crear riqueza y prosperidad para los individuos de una sociedad contemporánea. Sin embargo, hace un mes, el mismo autor (yo) ha sido acusado de “caviar” por simpatizantes de partidos como Avanza País, Fuerza Popular, Renovación Popular, entre otros.
Por un lado, uno de los volanteros de la congresista Tudela me increpó por “pensar y opinar como caviar”. El argumento que empleó el volantero para justificar dicho calificativo fue por haberme opuesto a la liberación del dictador Alberto Fujimori (debido a que él no cumplió su condena, no pidió perdón, no pagó su reparación civil y no concluyó sus juicios pendientes). Por otro lado, un asesor parlamentario del Bloque Democrático afirmó que haber criticado a uno de sus congresistas me “convierte y reafirma como caviar”.
Frente a estos inesperados sucesos me formulé las siguientes preguntas: Primero, ¿desde cuándo el debate político peruano se atomizó tanto al punto de usar la palabra “caviar” como una manera de insultar, menospreciar o invalidar cualquier punto de vista contrario? Segundo, ¿desde cuándo convertirse en un ferviente “anticaviar” significó estar en el lado correcto de la historia? Tercero, ¿desde cuándo nuestra derecha dejó de lado los argumentos académicos (o técnicos) para así reemplazarlos con la palabra “caviar”?
En el presente artículo deseo investigar más acerca del origen de esta palabra usada a menudo. Además, deseo proponer al lector tres argumentos por los que pienso que el uso constante de dicha palabra no solo deteriora aún más la calidad del debate, sino que evidencia inmadurez y desconocimiento político de aquel que lo emite. Por ello, de antemano, pido al lector que se sienta libre de aceptar (o refutar) mis planteamientos.
Breve historia de la palabra “caviar”
Según Vergara (2010) se sabe que cada país tiene una manera de llamar a su élite socialdemócrata o progresista. En Inglaterra, por ejemplo, se los denomina champagne socialists; mientras que en los Estados Unidos se los bautizó como radical chic. Por otro lado, en Francia se los denomina gauche caviar y, en Suiza, son conocidos como los toscana-zosi. No obstante, según el politólogo, en Perú inicialmente se los llamó cívicos, debido a que eran políticos de izquierda que trabajaban en el sector público durante los gobiernos de Valentín Paniagua y Alejandro Toledo.
A medida que pasaron los años, la palabra se reemplazó por “caviar”, tanto en adjetivo como en sustantivo. Existen dos planteamientos que explican este cambio. De acuerdo con Sánchez (2015), el fujimorismo fue el responsable de agregar ese mote político, pues la clase media de la década del noventa le dio la espalda al proyecto autoritario de Alberto Fujimori. Por ende, en su primera campaña presidencial, Keiko Fujimori y Fuerza 2011 revitalizaron estas discrepancias mediante el uso de esta palabra peyorativa.
Por otro lado, como los gobiernos de Paniagua y Toledo quedaron atrás en las décadas, era crucial buscar la palabra alternativa a cívicos. Para ese propósito, Hildebrandt (2020) dijo que la palabra “caviar” hacía alusión a un alimento gourmet que provenía de la conserva de huevas del esturión, lo cual evidenciaba una vida de lujo. En consecuencia, como aconteció en Francia, fue buena idea referirse a los políticos progresistas de buena familia como “caviares”. Fue así cómo este mote prevaleció hasta la fecha.
¿Por qué no es recomendable usar la palabra “caviar”?
Primer argumento: Definición ambigua
¿Qué tienen en común Rosa María Palacios y Aníbal Torres? ¿Qué similitudes ideológicas hay entre Daniel Olivares y Anahí Durand? Si los pusiéramos en el diagrama de Nolan, no tendrían mínimas coincidencias. Sin embargo, a pesar de no contar con ningún atributo que los une, es común escuchar a la derecha referirse a ellos como unos “caviares”. Pero ¿por qué?
Según Barrenechea & Dargent (2022), los conservadores redefinen constantemente la morfología de la palabra “caviar” al punto que termina abordando a más actores políticos de los que debería. Hoy existen hasta tres conceptos distintos de lo que se percibe como “caviar”. En primer lugar, según la definición de Vladimir Cerrón, los “caviares” son ciudadanos limeños (y no provincianos) que dicen ser de izquierda. Añade que este grupo rechaza la vía revolucionaria y, en su lugar, opta por una opción reformista y moderada.
En segundo lugar, Belaúnde (2018) señala que generalmente los “caviares” son egresados de la Universidad Católica (PUCP); son trabajadores de una organización no gubernamental (ONG); y son personas que desempeñan un cargo dentro del Estado. Como se puede observar, es una definición drásticamente opuesta a la sugerida por el fundador de Perú Libre. Asimismo, deja una interrogante: ¿Acaso César Combina, Alejandro Cavero o Martha Chávez ya son “caviares” por haber egresado de la PUCP y por haber recibido sueldos del Gobierno por varios meses?
En tercer lugar, Tejada (2022) señala que los “caviares” son defensores de las instituciones, de los derechos humanos, del ecosistema y de la libertad individual; esto quiere decir, que hasta los ambientalistas o liberales podrían ser tildados de “caviares”. Es decir, esta palabra se desvirtuó tanto al punto que se clasifica según casas de estudios, puestos laborales, cargos de elección popular y específicas doctrinas. Es una definición ambigua que engloba a la centroderecha y a la extrema izquierda.
Segundo argumento: Justificación del atropello
Si para la derecha peruana toda la “caviarada” representa un mal endémico (que, según ellos, debe ser liquidado en la sociedad); lo ideal, entonces, sería que todos se vuelvan férreos “anti-caviares”. No obstante, en nombre de lo “anti-caviar”, diferentes colectivos radicales como La Resistencia, Los Combatientes y Los Insurgentes iniciaron varias acciones de hostigamiento contra periodistas, colectivos ciudadanos y altas autoridades públicas (Céspedes, 2023).
Para ejemplificar este argumento solo basta con ver las últimas elecciones generales de 2021, en donde varios rostros de nuestra derecha conservadora emprendieron una campaña de intimidación llamada “Chapa tu caviar”, en donde revelaron los datos más personales de los activistas, políticos y referentes que no apoyaron a Keiko Fujimori en la segunda vuelta. Según el Ministerio Público (2021) esta campaña pudo atentar “contra la vida, el cuerpo y la salud” de los agraviados.
Además, la prensa alternativa, lejos de informar y construir ciudadanía, ridiculiza a quienes son “caviares”. Este es el caso del programa “Limón pa’ tu caviar” de Vanya Thais, un directo en el que invitaban a personalidades anticomunistas, antiprogresistas y/o antiglobalistas para criticar a los votantes de Pedro Castillo. Es más, en estos programas se realizó proselitismo a favor de la candidata de Fuerza Popular entre la consigna “comunismo o libertad”.
En síntesis, emplear la palabra “caviar” crea una falsa dicotomía entre buenos y malos; legitima toda acción que menosprecie (e invisibilice) a los que piensan diferente al bloque conservador; y justifica los atropellos si estos se ejecutan en nombre de lo “anti-caviar”. En pocas palabras, repele la moderación y exacerba la polarización de los extremos.
Tercer argumento: Debates paupérrimos
Los padres de la patria, para ocultar errores o encubrir conflictos de interés, utilizan el término “caviar” constantemente. Tan solo durante el periodo 2021-2023 escuchamos a Patricia Chirinos argumentar que Vizcarra y la “mafia caviar” están detrás de ellos; a Rosselli Amuruz justificar que la Sunedu no es necesaria porque son todos “caviares”; a Jorge Montoya probar que Patricia Benavides no cometió ninguna equivocación y que fue removida por culpa de los “caviares”.
Es decir, en lugar de dar explicaciones lógicas de causa-consecuencia, los funcionarios refugian sus objeciones en lo “caviar”. Hoy en día, ya no se debaten los problemas reales que afectan a la población, sino banalidades como ser (o no) cómplice de la “caviarada”; pues, para la derecha peruana, Paniagua, Toledo, García, Humala, Kuczynski y Vizcarra fueron “caviares”. Además, señalan que la “caviarada” se fortaleció en el Gobierno de transición de Francisco Sagasti y que, de algún modo, sigue presente en el régimen de Boluarte. ¿Les suena lógico esta narrativa?
A modo de conclusión, he notado que la palabra “caviar” generalmente es empleada por los fujimoristas (Fuerza Popular); los conservadores (Renovación Popular); los socialcristianos (PPC); los “libertarios” (Avanza País); y los cerronistas (Perú Libre). Sus blancos favoritos son socialdemócratas, socioliberales, progresistas, ordoliberales, centristas, reformistas, entre otros; y los más perjudicados somos los peruanos por haber precarizado tanto la función de la palabra.
Llegará un día que la derecha se acuse a sí misma de “caviar” y, para entonces, ya nadie lo será.
*Estudiante de Ciencia Política de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. Miembro de Exprésate País, del Frente Crítico Universitario y de SFL. Creador de contenido en Somos Libres y en Política Peruana con DTR.
** Frente Crítico Universitario podrá no estar de acuerdo con muchas de las posturas de sus redactores, pero defenderá el derecho a la libertad de expresión de cualquier persona que decida publicar con nosotros, aún si estas son críticas a nuestra organización.